Noelia Martínez fue mamá por primera vez hace 20 años y no deja de sorprenderse por la poca información que recibió sobre su bebé y el habla en ese momento, en comparación a todos los datos que recibe hoy, ya que está criando a su tercera hija, de sólo tres años.
“La diferencia de edad entre mi hijo más grande y la menor es mucha, pero es todavía mayor la diversidad de cosas que ahora me explican en los controles, sobre todo cuando a los 18 meses manifesté algo de preocupación porque mi bebé aún no parecía ni cerca de hablar”, indicó en diálogo con LA GACETA.
“Me había pasado con mi primer nene que también tardó un poco en decir sus primeras palabras, pero me acuerdo que me dijeron que me relaje, que era sano y que ya iba a lograrlo. Fue así, pero me habría gustado que me expliquen muchas de las cosas que hoy se difunden más en las visitas médicas”, puntualizó Noelia.
¿A qué datos se refiere esta mamá y cuándo es necesario realizar consultas especializadas? La fonoaudióloga María Belén Guerra habló con LA GACETA y dio algunas precisiones de lenguaje y habla, que son importantes conocer durante los primeros años de los niños.
Etapas del lenguaje
“El lenguaje se desarrolla desde el nacimiento, cuando el recién nacido siente la necesidad de expresar sus necesidades y ser escuchado y lo hace por medio del llanto. Ese es el primer hito de comunicación que tiene el ser humano con su madre, con el entorno”, explicó.
“Desde el nacimiento hasta los tres meses el bebé hace ciertas vocalizaciones muy aisladas de cuasi sílabas o cuasi consonantes. La risa social de los tres meses es muy importante porque es una respuesta del bebé al entorno que lo rodea”, añadió.
De a poco
“A los seis meses tenemos ya un poco más de balbuceo y ya llegando al año, las cuasi palabras”, indicó para luego remarcar que el desarrollo del lenguaje se da hasta los tres años.
“Una mamá o un papá deberían considerar consultar si existe algún problema durante ese lapso y teniendo en cuenta que, por ejemplo, a los dos años los pequeños deben tener alrededor de 50 palabras para poder expresarse, y comprensibles”, ejemplificó Guerra.
Y agregó: “a los tres años deberían poder armar frases de más de dos palabras. No importa si no tienen conectores, artículos o si les faltan algunas cositas, pero deben alcanzar este hito”.
Señales de alerta
Otro punto que hay que prestar atención es a la ya mencionada sonrisa social. “Si este gesto no aparece a los tres meses, hay que hacer una consulta. O cuando notan que el niño no los escucha, o no existe el contacto visual. Es una de las consultas más típicas escuchar a padres decir: ‘yo le hablo, pero no me mira ni me presta atención’. Hay que estar atentos a esa negación de comunicación que tienen los niños”, destacó la fonoaudióloga.
“También es crucial el examen auditivo que se hace al recién nacido y ahora también lo piden para el ingreso de las escuelas, para cerciorarse de que la audición de nuestro hijo esté bien y no se esté interrumpiendo la adquisición del lenguaje”, cerró.
Acompañar el proceso
En este camino de desarrollo del habla de los más chicos el entorno puede ser clave y sobre a cómo acompañarlos de manera correcta se refirió la licenciada en fonoaudiología María Julieta Dimani Maurin. Ella proporciona varios tips que pueden ayudar en la tarea.
• Ponernos a su altura (su estatura) y hablarles despacio y claro, siempre de frente y mirándolo a los ojos.
• No utilizar la televisión mientras come. Aprovechar la comida para lograr situaciones de diálogos con el niño. “¿Qué te gustaría hacer hoy en el jardín?”
• Reducir al mínimo el uso de celulares y televisión antes de los 3 años. Muchas veces esto es difícil en niños que están acostumbrados a ver muchas pantallas. En estos casos, ir reduciéndolo de a poco y usar los momentos de tecnología para estimular el lenguaje, por ejemplo: “ay que linda la casa roja del perrito, ¿de qué color es la casa?” “Mirá, es un perrito, ¿cómo hacen los perritos? Guau guau…”
• Narrar cuentos infantiles cortos con imágenes simples, en los que el niño pueda describir las cosas que ve. En niños pequeños, los libros con diferentes texturas son un buen material de estímulo también.
• Describir verbalmente las cosas que hacemos y las que hace él, por ejemplo: “Vamos a ponernos el pantalón, primero pasamos una pierna, luego la otra...”
• Pedirle que nombre las cosas que quiere y no utilice solamente gestos. Por ejemplo: “(mientras el niño señala) ¿qué es lo que querés? Mmmm no entiendo…” y ante una respuesta oral del niño decirle “ah, ¿querés la galleta?”
• Si el niño tiene poco lenguaje oral, siempre estimularlo con opciones, por ejemplo: “¿querés el auto rojo o azul? De esta manera tendrá un estímulo sonoro que lo ayudará a emitir la palabra.
• Y nunca jamás olvidarnos de que la mejor manera de estimular el lenguaje de un niño es a través del juego.
Lo que no hay que hacer
La licenciada Dimani también indicó que hay cosas puntuales que no deben hacerse cuando el niño comienza a hablar.
Una de ellas es infantilizar su lenguaje. “Muchas veces los niños dicen palabras graciosas producto de su dificultad en la articulación, y los adultos tendemos a repetirle esas palabras fomentando un habla incorrecta. Por ejemplo: ‘anana’ para referirse a ‘banana’ o tal vez ‘ugo’ para referirse a ‘jugo’”, refirió la especialista.
“Además, si el niño articula de manera incorrecta una palabra, no corregirlo diciéndole ‘no, así no se dice, se dice ca-sa, por ejemplo. Sino decirle, “¡muy bien! Es una casa”, dándole nosotros el ejemplo de la manera correcta en la cual se articula”.
(Producción periodística: Ariane Armas)